Huele a chocolate negro. Ese olor que me es tan familiar. Un año más, sentada delante de la misma mesa, las mismas vistas y una taza similar a la anterior, pero desde luego, este año no será igual que el anterior...
El olor del chocolate caliente, hace volver la vista atrás.
23 de Abril de 2011, comienzo de las vacaciones de semana santa.
Cafetería Valor.
Un chico moreno, estatura media, ojos verdes y castaños de una mirada profunda.
Sentados el uno enfrente del otro, disfrutando más que nunca de una taza de chocolate, unidos por unas inocentes miradas.
Un paseo por la playa. Dos desconocidos conociéndose poco a poco. Un beso. Un hotel. Una noche. Una despedida. Un te llamaré. Un te quiero. Otro día, otra cosas, otras miradas, otros besos.
Los días se agotan, no queda tiempo, han de volver a casa.
Lo único válido de esa tarde, fue el adiós. Demasiadas promesas perdidas con el viento, demasiadas miradas ahogadas en un vaso de chocolate, demasiadas olas, testigos del amor...
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