jueves, 10 de marzo de 2011

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En realidad soy transparente. Descubrirías que me gustan los pequeños detalles. Y si abrieras el primer cajón de mi escritorio, entenderías todas aquellas cosas que quedaron por decir. E incluso si te atrevieras a abrir el armario blanco de la cocina, sabrías que mencantan las galletitas de dinosaurios. Puede que si cogieras mi reproductor de música, entendieras la banda sonora de mi vida. E incluso es probable que si un día miraras la papelera de mi habitación, te asustaras al ver todos los gritos que he callado. Coge mis dibujos, y entenderás que siempre hablan de mí, incluso cuando a ti te parecen tan solo garabatos de locura. Pon el ojo en mi cámara y mira el mundo a mi manera, puede que así comprendas todos mis miedos. Ve, coge mi álbum de fotos y sabrás de qué hablo cuando digo que no podría vivir sin mis recuerdos. Pasa el dedo por mis uñas y así quizás entiendas que soy frágil y me consumen los nervios. O simplemente cierra los ojos, pon las manos en mis mejillas, y sabrás si la vergüenza ha desaparecido. Acércate a mi cuello y te hablará de mis sensaciones… Pero si quieres, olvídate de todo lo demás, y mírame a los ojos.

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