jueves, 10 de marzo de 2011

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Todavía siento su perfume. Y la sonrisa que se le escapó mientras sellábamos nuestra promesa con un dulce beso… ¡Pero era dulce, eh!… De ésos que me hacían acordar a los caramelos que tanto le gustaban. Y a ésas tardes de verano donde todo era eterno, y me reconfortaba mirar sus casi amarillos ojos. Donde su confusión no existía, y ni siquiera conocía la palabra angustia. Donde cada vez que lo tocaba me sentía más segura… Donde juraba que a nada le temía, y que me protegeria para siempre.

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