jueves, 17 de marzo de 2011
Bloom
Cruzar el umbral y sentir toda la fuerza del sol sobre la cara. Entrecerrar los ojos y notar pequeñas lágrimas de queja de tus ojos cegados. Las lucecitas entre las pestañas. Las chaquetas que sobran. El color blanco, y el rojo, y el azul. Las gorras. Enseguida apetecen las gafas de sol. Y deslumbran los retazos de piel al descubierto. Pieles blancas por haber estado en la clandestinidad durante tantos meses. Pieles renacidas. Y sonrisas que retan a la lluvia que aún así a veces cae. Pero no importa, el calorcito hace maravillas.
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